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La salud mental en la adolescencia: cómo detectar si nuestro hijo necesita ayuda

Cuando estamos esperando un bebé, recibimos un montón de información y consejos para cuando llegue el gran momento. Cuando el niño empieza a crecer, estamos deseando que aprenda a andar, que sea autónomo, que pueda comer y vestirse solo, etc. Pensamos que cuando sea más mayor ya tendremos el trabajo casi hecho. Pero nada más lejos de la realidad. Se supone que la adolescencia debe ser una etapa fascinante en su desarrollo, pero puede llegar a convertirse en un calvario lleno de peleas y desencuentros

En las últimas semanas hemos conocido casos desgarradores en España, de acoso a niños y adolescentes e incluso de suicidios. Esto ha hecho que la salud mental en la adolescencia sea una de las cuestiones que más preocupa a los padres en la actualidad. 

En este artículo intentaremos explicar cómo detectar si nuestro hijo tiene algún problema, incluso si no nos lo quiere contar, y os daremos unas claves para ayudarle a superarlo

Algunos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) 

Para la mayoría de nosotros, la adolescencia es el periodo vital comprendido entre los 13 y los 19 años. Pero según la OMS, la adolescencia va desde los 10 a los 19 años, y la juventud, de los 15 a los 24. Por ello, a partir de los 10 años ya podemos ver señales en nuestros hijos que nos pueden dar a entender que está entrando en esta etapa tan delicada. 

Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada seis personas en el mundo tiene entre 10 y 19 años. De ellas, una de cada siete padece algún trastorno mental, siendo los más frecuentes: los trastornos del comportamiento (déficit de atención/hiperactividad – TDHA), la ansiedad y la depresión. Y también, aunque en menor medida, los trastornos alimentarios (anorexia y bulimia nerviosas) y las autolesiones

El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años. Y se ha demostrado que el hecho de no ocuparse de los trastornos de salud mental en la adolescencia tendrá efectos perjudiciales en su etapa adulta, reduciendo la posibilidad de que se pueda tener una vida plena en el futuro. 

La adolescencia, una etapa fascinante pero llena de riesgos 

La llegada de la adolescencia es un momento crucial en la vida de una persona. Empieza entonces un periodo de cambios continuos, biológicos y sociales, de desarrollo físico y emocional, de formación de la personalidad que nos acompañará durante toda nuestra vida. Es por tanto la etapa fundamental que debemos cuidar si queremos que nuestros hijos se conviertan en adultos que disfruten de la vida con confianza en sí mismos. Esto puede provocar también un gran estrés en nuestros hijos, que puede perjudicar su salud mental. Las principales causas de estrés adolescente que deberíamos evitar serían: 

1. La exigencia de conseguir las mejores calificaciones escolares

2. La necesidad de triunfar en sus actividades extraescolares (el fútbol, la música, el baile, etc.). 

3. La sobrecarga de actividades y tareas que no dejan tiempo para el descanso, la relajación o la diversión no planificada. 

4. El acoso (escolar, en redes sociales, etc.). 

5. La discriminación (por razones de raza, sexo, orientación sexual, nivel económico, peso, religión o discapacidad, entre otros factores). 

6. Los miedos persistentes (al cambio climático, las guerras, las dificultades laborales a las que se deberán enfrentar en el futuro…). 

Cómo detectar los problemas mentales en nuestros hijos adolescentes 

Nosotros, mejor que nadie, conocemos a nuestros hijos. Así que, si estamos atentos, seremos capaces de observar si presentan algún síntoma que nos pueda indicar que está empezando a tener alguna dificultad, de salud mental o de otra índole. 

En el caso de los trastornos mentales, las principales señales serían: 

-Cambios en su estado de ánimo, irritabilidad, e, incluso, el llanto. 

-Cambios en el sueño, el peso o los hábitos alimentarios. 

-Pérdida de interés por las actividades o los asuntos que normalmente disfrutaba. 

-Una voluntad mayor de aislarse, de la familia, los amigos o de la comunidad, cancelando planes sin un motivo de peso. 

-Dificultades académicas o negarse a realizar tareas, incluso de las materias que le gustaban. 

-Preocupaciones constantes, obsesionarse con algo (un objetivo, por ejemplo, pensando que si no lo consigue será una auténtica catástrofe). 

-Tener un grupo de amigos completamente nuevo y desconocido para la familia. 

-Negarse a hablar de lo que le preocupa o disgusta. 

-Señales de consumo de alcohol u otras sustancias adictivas. 

-Consumo excesivo de Internet y las redes sociales. 

-Y, por supuesto, ver heridas como cortes, quemaduras o moretones que no sea capaz de explicar de manera convincente. 

Debemos tener en cuenta que observar un síntoma no significa que el adolescente esté en una crisis total. Los cambios biológicos, hormonales o de su estado de ánimo son normales en esta etapa, y aspectos como su rendimiento escolar o sus relaciones sociales pueden verse afectados. 

Cómo ayudar a nuestros hijos adolescentes si detectamos un problema de salud mental 

En primer lugar, es importante tener claro que la salud mental es una parte de la salud humana, que se debe tratar y afrontar como cualquier otro problema de salud, sea una fractura en la pierna o una infección. También debemos huir del sentimiento de culpa: ni su hijo ni usted mismo son perfectos, sino humanos. Por ello, afrontaremos los problemas con empatía y compasión. 

Por ello, si detectamos alguna señal que nos pueda indicar la existencia o el principio de un trastorno de salud mental, lo mejor es hablarlo con nuestro hijo. Debemos buscar un momento y entorno adecuados, sin ruidos, televisión o tareas inmediatas. Mejor que no sea por la noche, cuando todos estamos más cansados. Y decirle, cuando empiece la conversación, que queremos saber qué les pasa para ayudarles, no para castigarles o ‘sermonearles’. Les hablaremos con calma, desde el cariño y evitando que se pongan a la defensiva. La conversación será más una escucha por nuestra parte, aceptaremos sus silencios y sus dudas, sin juzgar. 

Una vez detectado el problema, buscaremos la ayuda profesional necesaria. Su hijo debe ser sabedor y estar de acuerdo. Si el origen del problema está en su centro escolar, hablaremos con su tutor, profesores y el psicólogo de su colegio o instituto. Su pediatra también nos puede derivar a un especialista en salud mental adolescente. Si está sufriendo acoso, se debe denunciar. Recordemos que el acoso, el daño al honor (difamación, injurias) o la difusión de noticias falsas son delitos recogidos en nuestro código penal y castigados con penas de cárcel y multas económicas. 

Animar a los jóvenes a practicar deporte, un voluntariado o cualquier actividad que les pueda gustar también les ayudará a olvidarse de sus problemas y a conocer gente nueva, algo que siempre será positivo para su estado de ánimo y salud mental. 

La prevención, una vez más, la mejor medicina 

¿Podemos prevenir los problemas de salud mental? No siempre podremos, como tampoco evitaremos los catarros, las infecciones o alguna enfermedad más grave, aunque llevemos un estilo de vida saludable. Pero sí que podremos promover en casa una salud mental positiva, que seguro nos ahorrará más de un problema. Las principales recomendaciones serían: mucha comunicación, evitar vivir estresados o con demasiadas exigencias, y encontrar tiempo para el cuidado personal y el ocio saludable. 

Y una vez más, nuestro ejemplo será fundamental. Actuando con respeto y tolerancia, sin insultar o caer en chistes fáciles, machistas, racistas o xenófobos, podremos ayudar a erradicar el tan temido acoso o ‘bullying’. O, con un estilo de vida saludable, pero sin obsesionarse con el peso o las dietas estrictas, contribuiremos a evitar los trastornos alimentarios o los complejos estéticos que tanto daño les pueden hacer a nuestros hijos e hijas. 

Helen Doron English, educando en valores saludables desde 1985 

Nuestros cursos Helen Doron English no están diseñados sólo para enseñar inglés a niños y adolescentes, también para educarles en valores positivos como la solidaridad, la tolerancia, el respeto a todos los seres vivos y al medio ambiente o la importancia de cuidar la alimentación y hacer deporte. Además de otras cuestiones de gran importancia para nuestros hijos en la actualidad como la educación de los menores en el uso de las nuevas tecnologías y las redes sociales

Por otra parte, siempre empezamos las clases hablando, diciendo cómo estamos, qué hemos hecho durante los últimos días, etc. El ‘speaking’ es fundamental para avanzar en el inglés oral y nuestros grupos reducidos permiten que todos los alumnos puedan participar. Si nos centramos en nuestros cursos para los niños más mayores, a partir de los 10 años, veremos que se incluyen cuestiones de actualidad que permiten que los niños puedan expresar sus sentimientos y contrastarlos con sus compañeros. 

La formación del profesorado Helen Doron English no sólo incluye el contenido de los cursos que se van a impartir, sino también nuestra metodología única de aprendizaje y las características y necesidades de los niños según su edad. De este modo, sabemos que los adolescentes cambian rápidamente de opinión y de estado de ánimo, y por ello necesitan clases con movimiento, que despierten su curiosidad y creatividad, con sentido del humor y utilizando los cinco sentidos. Que los animen a mejorar sin estrés y con refuerzo positivo, a cooperar y a trabajar en equipo. 

La confianza que los alumnos llegan a tener con sus profesores ha posibilitado, en más de una ocasión, que pudiéramos detectar algún problema de nuestros alumnos: desde trastornos del comportamiento hasta casos de ansiedad, acoso escolar, e, incluso, algún caso de anorexia nerviosa. 

La comunicación continua con los padres ha sido fundamental en estos casos para que se pudiera actuar con premura, confirmando las sospechas de los padres en algunos casos o alertándoles para que estuvieran atentos en otros. 

Así que os invitamos a hablar con vuestros hijos y con sus profesores, a conocer sus aficiones, sus sueños y sus miedos. La comunicación será la clave para prevenir o trabajar en la solución de los problemas que puedan tener.   

Más información: https://helendoron.es/ 

Teléfono gratuito: 900.877.077 

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La salud mental en la adolescencia: cómo detectar si nuestro hijo necesita ayuda

Cuando estamos esperando un bebé, recibimos un montón de información y consejos para cuando llegue el gran momento. Cuando el niño empieza a crecer, estamos deseando que aprenda a andar, que sea autónomo, que pueda comer y vestirse solo, etc. Pensamos que cuando sea más mayor ya tendremos el trabajo casi hecho. Pero nada más lejos de la realidad. Se supone que la adolescencia debe ser una etapa fascinante en su desarrollo, pero puede llegar a convertirse en un calvario lleno de peleas y desencuentros

En las últimas semanas hemos conocido casos desgarradores en España, de acoso a niños y adolescentes e incluso de suicidios. Esto ha hecho que la salud mental en la adolescencia sea una de las cuestiones que más preocupa a los padres en la actualidad. 

En este artículo intentaremos explicar cómo detectar si nuestro hijo tiene algún problema, incluso si no nos lo quiere contar, y os daremos unas claves para ayudarle a superarlo

Algunos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) 

Para la mayoría de nosotros, la adolescencia es el periodo vital comprendido entre los 13 y los 19 años. Pero según la OMS, la adolescencia va desde los 10 a los 19 años, y la juventud, de los 15 a los 24. Por ello, a partir de los 10 años ya podemos ver señales en nuestros hijos que nos pueden dar a entender que está entrando en esta etapa tan delicada. 

Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada seis personas en el mundo tiene entre 10 y 19 años. De ellas, una de cada siete padece algún trastorno mental, siendo los más frecuentes: los trastornos del comportamiento (déficit de atención/hiperactividad – TDHA), la ansiedad y la depresión. Y también, aunque en menor medida, los trastornos alimentarios (anorexia y bulimia nerviosas) y las autolesiones

El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años. Y se ha demostrado que el hecho de no ocuparse de los trastornos de salud mental en la adolescencia tendrá efectos perjudiciales en su etapa adulta, reduciendo la posibilidad de que se pueda tener una vida plena en el futuro. 

La adolescencia, una etapa fascinante pero llena de riesgos 

La llegada de la adolescencia es un momento crucial en la vida de una persona. Empieza entonces un periodo de cambios continuos, biológicos y sociales, de desarrollo físico y emocional, de formación de la personalidad que nos acompañará durante toda nuestra vida. Es por tanto la etapa fundamental que debemos cuidar si queremos que nuestros hijos se conviertan en adultos que disfruten de la vida con confianza en sí mismos. Esto puede provocar también un gran estrés en nuestros hijos, que puede perjudicar su salud mental. Las principales causas de estrés adolescente que deberíamos evitar serían: 

1. La exigencia de conseguir las mejores calificaciones escolares

2. La necesidad de triunfar en sus actividades extraescolares (el fútbol, la música, el baile, etc.). 

3. La sobrecarga de actividades y tareas que no dejan tiempo para el descanso, la relajación o la diversión no planificada. 

4. El acoso (escolar, en redes sociales, etc.). 

5. La discriminación (por razones de raza, sexo, orientación sexual, nivel económico, peso, religión o discapacidad, entre otros factores). 

6. Los miedos persistentes (al cambio climático, las guerras, las dificultades laborales a las que se deberán enfrentar en el futuro…). 

Cómo detectar los problemas mentales en nuestros hijos adolescentes 

Nosotros, mejor que nadie, conocemos a nuestros hijos. Así que, si estamos atentos, seremos capaces de observar si presentan algún síntoma que nos pueda indicar que está empezando a tener alguna dificultad, de salud mental o de otra índole. 

En el caso de los trastornos mentales, las principales señales serían: 

-Cambios en su estado de ánimo, irritabilidad, e, incluso, el llanto. 

-Cambios en el sueño, el peso o los hábitos alimentarios. 

-Pérdida de interés por las actividades o los asuntos que normalmente disfrutaba. 

-Una voluntad mayor de aislarse, de la familia, los amigos o de la comunidad, cancelando planes sin un motivo de peso. 

-Dificultades académicas o negarse a realizar tareas, incluso de las materias que le gustaban. 

-Preocupaciones constantes, obsesionarse con algo (un objetivo, por ejemplo, pensando que si no lo consigue será una auténtica catástrofe). 

-Tener un grupo de amigos completamente nuevo y desconocido para la familia. 

-Negarse a hablar de lo que le preocupa o disgusta. 

-Señales de consumo de alcohol u otras sustancias adictivas. 

-Consumo excesivo de Internet y las redes sociales. 

-Y, por supuesto, ver heridas como cortes, quemaduras o moretones que no sea capaz de explicar de manera convincente. 

Debemos tener en cuenta que observar un síntoma no significa que el adolescente esté en una crisis total. Los cambios biológicos, hormonales o de su estado de ánimo son normales en esta etapa, y aspectos como su rendimiento escolar o sus relaciones sociales pueden verse afectados. 

Cómo ayudar a nuestros hijos adolescentes si detectamos un problema de salud mental 

En primer lugar, es importante tener claro que la salud mental es una parte de la salud humana, que se debe tratar y afrontar como cualquier otro problema de salud, sea una fractura en la pierna o una infección. También debemos huir del sentimiento de culpa: ni su hijo ni usted mismo son perfectos, sino humanos. Por ello, afrontaremos los problemas con empatía y compasión. 

Por ello, si detectamos alguna señal que nos pueda indicar la existencia o el principio de un trastorno de salud mental, lo mejor es hablarlo con nuestro hijo. Debemos buscar un momento y entorno adecuados, sin ruidos, televisión o tareas inmediatas. Mejor que no sea por la noche, cuando todos estamos más cansados. Y decirle, cuando empiece la conversación, que queremos saber qué les pasa para ayudarles, no para castigarles o ‘sermonearles’. Les hablaremos con calma, desde el cariño y evitando que se pongan a la defensiva. La conversación será más una escucha por nuestra parte, aceptaremos sus silencios y sus dudas, sin juzgar. 

Una vez detectado el problema, buscaremos la ayuda profesional necesaria. Su hijo debe ser sabedor y estar de acuerdo. Si el origen del problema está en su centro escolar, hablaremos con su tutor, profesores y el psicólogo de su colegio o instituto. Su pediatra también nos puede derivar a un especialista en salud mental adolescente. Si está sufriendo acoso, se debe denunciar. Recordemos que el acoso, el daño al honor (difamación, injurias) o la difusión de noticias falsas son delitos recogidos en nuestro código penal y castigados con penas de cárcel y multas económicas. 

Animar a los jóvenes a practicar deporte, un voluntariado o cualquier actividad que les pueda gustar también les ayudará a olvidarse de sus problemas y a conocer gente nueva, algo que siempre será positivo para su estado de ánimo y salud mental. 

La prevención, una vez más, la mejor medicina 

¿Podemos prevenir los problemas de salud mental? No siempre podremos, como tampoco evitaremos los catarros, las infecciones o alguna enfermedad más grave, aunque llevemos un estilo de vida saludable. Pero sí que podremos promover en casa una salud mental positiva, que seguro nos ahorrará más de un problema. Las principales recomendaciones serían: mucha comunicación, evitar vivir estresados o con demasiadas exigencias, y encontrar tiempo para el cuidado personal y el ocio saludable. 

Y una vez más, nuestro ejemplo será fundamental. Actuando con respeto y tolerancia, sin insultar o caer en chistes fáciles, machistas, racistas o xenófobos, podremos ayudar a erradicar el tan temido acoso o ‘bullying’. O, con un estilo de vida saludable, pero sin obsesionarse con el peso o las dietas estrictas, contribuiremos a evitar los trastornos alimentarios o los complejos estéticos que tanto daño les pueden hacer a nuestros hijos e hijas. 

Helen Doron English, educando en valores saludables desde 1985 

Nuestros cursos Helen Doron English no están diseñados sólo para enseñar inglés a niños y adolescentes, también para educarles en valores positivos como la solidaridad, la tolerancia, el respeto a todos los seres vivos y al medio ambiente o la importancia de cuidar la alimentación y hacer deporte. Además de otras cuestiones de gran importancia para nuestros hijos en la actualidad como la educación de los menores en el uso de las nuevas tecnologías y las redes sociales

Por otra parte, siempre empezamos las clases hablando, diciendo cómo estamos, qué hemos hecho durante los últimos días, etc. El ‘speaking’ es fundamental para avanzar en el inglés oral y nuestros grupos reducidos permiten que todos los alumnos puedan participar. Si nos centramos en nuestros cursos para los niños más mayores, a partir de los 10 años, veremos que se incluyen cuestiones de actualidad que permiten que los niños puedan expresar sus sentimientos y contrastarlos con sus compañeros. 

La formación del profesorado Helen Doron English no sólo incluye el contenido de los cursos que se van a impartir, sino también nuestra metodología única de aprendizaje y las características y necesidades de los niños según su edad. De este modo, sabemos que los adolescentes cambian rápidamente de opinión y de estado de ánimo, y por ello necesitan clases con movimiento, que despierten su curiosidad y creatividad, con sentido del humor y utilizando los cinco sentidos. Que los animen a mejorar sin estrés y con refuerzo positivo, a cooperar y a trabajar en equipo. 

La confianza que los alumnos llegan a tener con sus profesores ha posibilitado, en más de una ocasión, que pudiéramos detectar algún problema de nuestros alumnos: desde trastornos del comportamiento hasta casos de ansiedad, acoso escolar, e, incluso, algún caso de anorexia nerviosa. 

La comunicación continua con los padres ha sido fundamental en estos casos para que se pudiera actuar con premura, confirmando las sospechas de los padres en algunos casos o alertándoles para que estuvieran atentos en otros. 

Así que os invitamos a hablar con vuestros hijos y con sus profesores, a conocer sus aficiones, sus sueños y sus miedos. La comunicación será la clave para prevenir o trabajar en la solución de los problemas que puedan tener.   

Más información: https://helendoron.es/ 

Teléfono gratuito: 900.877.077