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El juego y su papel en la enseñanza del idioma

Hay tres cosas que nunca cansan:
Ver correr el agua, contemplar las estrellas
y ver jugar a los niños”

juegoAnthayde Ribeiro Uno de los pilares básicos de la metodología de enseñanza en las escuelas Helen Doron es el juego; si alguna vez habéis entrado con los pequeños en clase, habréis podido comprobar cómo las actividades lúdicas son el eje central de la lección, así como sus efectos sobre los niños y su proceso de aprendizaje. Pedagogos y maestros han coincidido siempre en subrayar los efectos beneficiosos de incluir el juego como método de enseñanza en el aula; jugar no es otra cosa que conocer, investigar, relacionarse, tomar decisiones, imaginar, imitar, competir, descubrir, crear… es decir, el juego es la expresión de todos aquellos procesos mentales e intelectuales que ayudan a un niño a desarrollar las destrezas necesarias para convertirse en adultos.

Jugar es, además, una de las actividades favoritas del ser humano desde sus orígenes; tan es así que, en 1983, el historiador holandés Johan Huizinga redefinió al homo sapiens como homo ludens, otorgándole a su libro más famoso este título; en él, Huizinga definía el juego como una actividad universal que une a niños de todo el mundo, un fenómeno cultural libre y desinteresado. “Jugando”, escribía el historiador, “fluye el espíritu creador del lenguaje constantemente de lo material a lo pensado. Tras cada expresión de algo abstracto hay una metáfora y, tras ella, un juego de palabras”. El lenguaje es pues, tal y como apunta Huizinga, uno de los elementos centrales de los juegos infantiles: los niños hablan, no sólo los unos con los otros, sino también con sus juguetes, con los animales y consigo mismos, combinando palabras sin preocuparse de qué es una coma o una tilde.

De esta manera, en nuestras clases intentamos sacar partido de esta inclinación natural hacia la unión de lo lúdico y lo lingüístico. Es importante señalar que se intenta establecer un equilibrio entre estos dos aspectos, el juego y el lenguaje, de manera que interactúen complementándose con el fin de alcanzar un objetivo específico. Para llevar esto a cabo, cada juego que se incluye en una clase de Helen Doron tiene detrás un claro fin lingüístico, como es enseñar una estructura gramatical o poner en práctica alguna pieza de vocabulario. Para que este juego sea exitoso, es vital que el profesor lleve a cabo un buen diseño del mismo, estableciendo objetivos, número de participantes, uso de material o mobiliario, tiempo de realización, secuenciación y desarrollo, adecuación a los estudiantes y a la lección y evaluación. Todos conocemos juegos muy divertidos y sabemos cuáles son nuestros favoritos pero si estos no cumplen una función específica dentro de la clase, el niño no establecerá una conexión entre la actividad que desarrolla y la pieza lingüística que intenta mostrarle su profesor. Por ello, siempre hacemos mucho énfasis en explicarle a nuestros papás que no nos limitamos a pasar el rato con sus hijos entreteniéndoles… nuestro papel consiste en aunar el juego y la enseñanza y en que los pequeños aprendan jugando. Ellos saben que vienen a clase a divertirse pero que hay un trabajo detrás, muy presente en todo lo que hacen.

juego-2Para diseñar nuestros juegos, tenemos que tener muy en cuenta las características específicas de cada clase; un juego exitoso en un aula puede no funcionar en absoluto en otra, frustrando un poco al profesor. Por ello, es bueno que conozcamos los tipos de juegos y cuál es el que mejor se adecúa a cada grupo. Reynaud, en su libro “Juegos de Interior”, establece una clasificación de las diferentes actividades lúdicas que se realizan en un aula:

  • Juegos de precalentamiento: Toda la clase interviene en ellos y son, en principio, los creadores de un clima específico y propicio para la realización de la actividad.

  • Juegos de vocabulario-memoria: Son aquellos diseñados para que el alumno interiorice y ponga en práctica las nuevas palabras en inglés presentadas.

  • Juegos dinámicos: Ponen en acción a la totalidad de los participantes y elevan al máximo el clima de la reunión. Se aprovechan sus características para relacionar una estructura lingüística a un movimiento corporal así como para desarrollar las capacidades motrices de los pequeños.

  • Juegos de agilidad mental-reflejos: Requieren una atención sostenida y pueden servir de descanso tras un juego dinámico.

  • Juegos espectaculares: Suelen buscar la atención e interés de los participantes mediante materiales vistosos y coloridos.

  • Juegos de atención-observación: Deben involucrar e interesar a los participantes y se basan en la atención para realizar una determinada función.

  • Juegos de relajación: Son los más difíciles de conducir pero son vitales ya que, gracias a ellos, el conductor calmará la excitación consecutiva a muchos de los juegos descritos anteriormente y podrá iniciar la transición a otra actividad o a cerrar la sesión.

La combinación de estos juegos, teniendo en cuenta la idiosincrasia del grupo, es la clave de una clase no sólo divertida, sino también provechosa desde el punto de vista didáctico. El niño, además, relaciona venir a clase con hacer algo diferente y ameno, alejándose de la idea aburrida de una clase de idiomas tradicional; esto contribuye a crear un ambiente distendido que ayuda a que el alumno se relaje y afronte la tarea de aprender sin nerviosismo ni miedo. Sin embargo, como señalan Soriano y Beristain en su libro “La alternativa del juego”, lo lúdico tiene otros muchos aspectos positivos que lo hacen una herramienta didáctica esencial. Para empezar, potencia la interacción y la colaboración entre los integrantes de una clase: los niños deben relacionarse los unos con los otros para resolver los desafíos planteados por la actividad, tomar decisiones juntos y cooperar para llevar un fin a buen puerto. A veces, en esta interacción puede originarse algún conflicto dado por la competencia de liderazgo o por el choque de opiniones; lejos de tomar esto como algo negativo, el profesor debe aprovechar la oportunidad que le brinda la ocasión para reconciliar a los estudiantes y educarlos en la confianza, la atención y la resolución de conflictos. Asimismo, jugar potencia la imaginación y la motivación de los niños: alguna vez he planteado un juego en clase y han sido los propios estudiantes los que se me han acercado proponiendo ideas sobre cómo mejorarlo o variaciones sobre el mismo que a mí no se me habían ocurrido. De esta manera, son los pequeños los que intervienen de manera activa en el diseño de una actividad del aula, motivando su entusiasmo respecto al desarrollo de la misma.

No es de extrañar, pues, que el juego sea considerado por muchos profesionales de la educación como “el recurso educativo por excelencia de la infancia”, como indica Eduardo Crespillo, por su capacidad de unir a alumnos y profesores en su entusiasmo por aprender juntos de manera divertida, eficaz y entretenida.

Escrito por Ana Asuero

Teacher en Helen Doron Montequinto

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El juego y su papel en la enseñanza del idioma

Hay tres cosas que nunca cansan:
Ver correr el agua, contemplar las estrellas
y ver jugar a los niños”

juegoAnthayde Ribeiro Uno de los pilares básicos de la metodología de enseñanza en las escuelas Helen Doron es el juego; si alguna vez habéis entrado con los pequeños en clase, habréis podido comprobar cómo las actividades lúdicas son el eje central de la lección, así como sus efectos sobre los niños y su proceso de aprendizaje. Pedagogos y maestros han coincidido siempre en subrayar los efectos beneficiosos de incluir el juego como método de enseñanza en el aula; jugar no es otra cosa que conocer, investigar, relacionarse, tomar decisiones, imaginar, imitar, competir, descubrir, crear… es decir, el juego es la expresión de todos aquellos procesos mentales e intelectuales que ayudan a un niño a desarrollar las destrezas necesarias para convertirse en adultos.

Jugar es, además, una de las actividades favoritas del ser humano desde sus orígenes; tan es así que, en 1983, el historiador holandés Johan Huizinga redefinió al homo sapiens como homo ludens, otorgándole a su libro más famoso este título; en él, Huizinga definía el juego como una actividad universal que une a niños de todo el mundo, un fenómeno cultural libre y desinteresado. “Jugando”, escribía el historiador, “fluye el espíritu creador del lenguaje constantemente de lo material a lo pensado. Tras cada expresión de algo abstracto hay una metáfora y, tras ella, un juego de palabras”. El lenguaje es pues, tal y como apunta Huizinga, uno de los elementos centrales de los juegos infantiles: los niños hablan, no sólo los unos con los otros, sino también con sus juguetes, con los animales y consigo mismos, combinando palabras sin preocuparse de qué es una coma o una tilde.

De esta manera, en nuestras clases intentamos sacar partido de esta inclinación natural hacia la unión de lo lúdico y lo lingüístico. Es importante señalar que se intenta establecer un equilibrio entre estos dos aspectos, el juego y el lenguaje, de manera que interactúen complementándose con el fin de alcanzar un objetivo específico. Para llevar esto a cabo, cada juego que se incluye en una clase de Helen Doron tiene detrás un claro fin lingüístico, como es enseñar una estructura gramatical o poner en práctica alguna pieza de vocabulario. Para que este juego sea exitoso, es vital que el profesor lleve a cabo un buen diseño del mismo, estableciendo objetivos, número de participantes, uso de material o mobiliario, tiempo de realización, secuenciación y desarrollo, adecuación a los estudiantes y a la lección y evaluación. Todos conocemos juegos muy divertidos y sabemos cuáles son nuestros favoritos pero si estos no cumplen una función específica dentro de la clase, el niño no establecerá una conexión entre la actividad que desarrolla y la pieza lingüística que intenta mostrarle su profesor. Por ello, siempre hacemos mucho énfasis en explicarle a nuestros papás que no nos limitamos a pasar el rato con sus hijos entreteniéndoles… nuestro papel consiste en aunar el juego y la enseñanza y en que los pequeños aprendan jugando. Ellos saben que vienen a clase a divertirse pero que hay un trabajo detrás, muy presente en todo lo que hacen.

juego-2Para diseñar nuestros juegos, tenemos que tener muy en cuenta las características específicas de cada clase; un juego exitoso en un aula puede no funcionar en absoluto en otra, frustrando un poco al profesor. Por ello, es bueno que conozcamos los tipos de juegos y cuál es el que mejor se adecúa a cada grupo. Reynaud, en su libro “Juegos de Interior”, establece una clasificación de las diferentes actividades lúdicas que se realizan en un aula:

  • Juegos de precalentamiento: Toda la clase interviene en ellos y son, en principio, los creadores de un clima específico y propicio para la realización de la actividad.

  • Juegos de vocabulario-memoria: Son aquellos diseñados para que el alumno interiorice y ponga en práctica las nuevas palabras en inglés presentadas.

  • Juegos dinámicos: Ponen en acción a la totalidad de los participantes y elevan al máximo el clima de la reunión. Se aprovechan sus características para relacionar una estructura lingüística a un movimiento corporal así como para desarrollar las capacidades motrices de los pequeños.

  • Juegos de agilidad mental-reflejos: Requieren una atención sostenida y pueden servir de descanso tras un juego dinámico.

  • Juegos espectaculares: Suelen buscar la atención e interés de los participantes mediante materiales vistosos y coloridos.

  • Juegos de atención-observación: Deben involucrar e interesar a los participantes y se basan en la atención para realizar una determinada función.

  • Juegos de relajación: Son los más difíciles de conducir pero son vitales ya que, gracias a ellos, el conductor calmará la excitación consecutiva a muchos de los juegos descritos anteriormente y podrá iniciar la transición a otra actividad o a cerrar la sesión.

La combinación de estos juegos, teniendo en cuenta la idiosincrasia del grupo, es la clave de una clase no sólo divertida, sino también provechosa desde el punto de vista didáctico. El niño, además, relaciona venir a clase con hacer algo diferente y ameno, alejándose de la idea aburrida de una clase de idiomas tradicional; esto contribuye a crear un ambiente distendido que ayuda a que el alumno se relaje y afronte la tarea de aprender sin nerviosismo ni miedo. Sin embargo, como señalan Soriano y Beristain en su libro “La alternativa del juego”, lo lúdico tiene otros muchos aspectos positivos que lo hacen una herramienta didáctica esencial. Para empezar, potencia la interacción y la colaboración entre los integrantes de una clase: los niños deben relacionarse los unos con los otros para resolver los desafíos planteados por la actividad, tomar decisiones juntos y cooperar para llevar un fin a buen puerto. A veces, en esta interacción puede originarse algún conflicto dado por la competencia de liderazgo o por el choque de opiniones; lejos de tomar esto como algo negativo, el profesor debe aprovechar la oportunidad que le brinda la ocasión para reconciliar a los estudiantes y educarlos en la confianza, la atención y la resolución de conflictos. Asimismo, jugar potencia la imaginación y la motivación de los niños: alguna vez he planteado un juego en clase y han sido los propios estudiantes los que se me han acercado proponiendo ideas sobre cómo mejorarlo o variaciones sobre el mismo que a mí no se me habían ocurrido. De esta manera, son los pequeños los que intervienen de manera activa en el diseño de una actividad del aula, motivando su entusiasmo respecto al desarrollo de la misma.

No es de extrañar, pues, que el juego sea considerado por muchos profesionales de la educación como “el recurso educativo por excelencia de la infancia”, como indica Eduardo Crespillo, por su capacidad de unir a alumnos y profesores en su entusiasmo por aprender juntos de manera divertida, eficaz y entretenida.

Escrito por Ana Asuero

Teacher en Helen Doron Montequinto