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La libertad como factor clave en el desarrollo cognitivo de los bebés

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Existe una tendencia en nuestra cultura a sobreproteger a nuestros hijos. Está claro que no pueden valerse por sí mismos, especialmente si son muy pequeños, y que los espacios que habitamos están llenos de potenciales peligros y trampas que pueden perjudicarlos. Es por ello que solemos colocarlos en hamacas, cunas, columpios, andadores… aparatos y sitios en los que los sentimos seguros, pero donde también se corta su libertad de movimientos.

Es evidente que una libertad sin límites se puede convertir en un problema. Sin embargo, los bebés, como todos nosotros, necesitan esa libertad para experimentar el mundo que se les abre delante y desarrollar completamente su potencial. Según Jean Piaget, uno de los grandes precursores de los estudios sobre la inteligencia infantil, entre los 0 y los 2 años de edad el bebé construye su inteligencia a partir de dos factores: el movimiento y los sentidos. Si limitamos alguno de estos dos factores, podemos estar dificultando parte del desarrollo cognitivo de los bebés.

Podemos imaginar el desarrollo motor de los niños como una escalera. Si no hemos subido un escalón, va a costar más trabajo subir el siguiente. Al contrario, subiéndola pasito a pasito, con pequeños escalones que se van sucediendo, es más fácil que su proceso sea natural y completo. Es por lo tanto razonable pensar que es mejor situar a los bebés en un entorno seguro y fiable, y al mismo tiempo darles todas las posibilidades de que lo exploren en plenitud.

Cuando la lingüista Helen Doron comenzó a desarrollar su método de aprendizaje hace más de 30 años tuvo muy en cuenta los estudios sobre las distintas etapas en el aprendizaje infantil, entre los que se encontraban las teorías de Piaget. Es por ello que nuestros profesores tienen la consigna de dejar esa libertad de exploración tan necesaria a los cursos de bebés. Ocurre, a veces, que un niño parezca estar ausente de la clase, jugando con un objeto en la esquina más alejada, o sencillamente gateando por la estancia. Sin embargo, su aparato sensitivo sigue atento a todo lo que ocurre en la lección. Precisamente por esa libertad, sus oídos están escuchando las canciones, las palabras y frases que se van proponiendo y su cerebro no deja de tomar buena nota. Por contra, un niño que esté siendo obligado a prestar atención, estará más concentrado en salir de su situación que en lo que dice el profesor. Tanto es así que muchos padres se sorprenden cuando es ese bebé que parece alejado quien primero responde a un cierto estímulo. Esto es así porque, aunque no lo parezca, está muy dentro de la clase.

Otra de las figuras de referencia en las que se basa el método que usamos es la italiana Maria Montessori, psicóloga que revolucionó la pedagogía a principios del siglo XX. Para ella también era fundamental dar libertad al niño, y a la vez dotar al espacio de objetos muy cuidados que llevaran su cuerpo y su inteligencia a desarrollar una cierta habilidad concreta. Siguiendo este ejemplo, la gran mayoría de los materiales que utilizamos en nuestras clases los elaboran directamente nuestros teachers o, si no es posible, los buscamos siguiendo unos criterios muy claros.

En primer lugar, los bebés deben ser capaces de usarlos sin ninguna barrera, es decir, deben ser adaptados a su edad y a la etapa de desarrollo en la que estén. En segundo lugar, deben exponer muy claramente la capacidad lingüística que se quiera desarrollar en ese momento concreto. Y, por último, y no menos importante, deben ser atractivos, de forma que se atraiga su atención y sientan ganas de manipularlos.

Estos dos factores, libertad de movimiento y objetos especialmente pensados y diseñados para lo que debemos enseñar, son dos de las claves de la metodología Helen Doron, y más en concreto para conseguir que el desarrollo cognitivo de los bebés sea lo más completo posible.

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La libertad como factor clave en el desarrollo cognitivo de los bebés

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Existe una tendencia en nuestra cultura a sobreproteger a nuestros hijos. Está claro que no pueden valerse por sí mismos, especialmente si son muy pequeños, y que los espacios que habitamos están llenos de potenciales peligros y trampas que pueden perjudicarlos. Es por ello que solemos colocarlos en hamacas, cunas, columpios, andadores… aparatos y sitios en los que los sentimos seguros, pero donde también se corta su libertad de movimientos.

Es evidente que una libertad sin límites se puede convertir en un problema. Sin embargo, los bebés, como todos nosotros, necesitan esa libertad para experimentar el mundo que se les abre delante y desarrollar completamente su potencial. Según Jean Piaget, uno de los grandes precursores de los estudios sobre la inteligencia infantil, entre los 0 y los 2 años de edad el bebé construye su inteligencia a partir de dos factores: el movimiento y los sentidos. Si limitamos alguno de estos dos factores, podemos estar dificultando parte del desarrollo cognitivo de los bebés.

Podemos imaginar el desarrollo motor de los niños como una escalera. Si no hemos subido un escalón, va a costar más trabajo subir el siguiente. Al contrario, subiéndola pasito a pasito, con pequeños escalones que se van sucediendo, es más fácil que su proceso sea natural y completo. Es por lo tanto razonable pensar que es mejor situar a los bebés en un entorno seguro y fiable, y al mismo tiempo darles todas las posibilidades de que lo exploren en plenitud.

Cuando la lingüista Helen Doron comenzó a desarrollar su método de aprendizaje hace más de 30 años tuvo muy en cuenta los estudios sobre las distintas etapas en el aprendizaje infantil, entre los que se encontraban las teorías de Piaget. Es por ello que nuestros profesores tienen la consigna de dejar esa libertad de exploración tan necesaria a los cursos de bebés. Ocurre, a veces, que un niño parezca estar ausente de la clase, jugando con un objeto en la esquina más alejada, o sencillamente gateando por la estancia. Sin embargo, su aparato sensitivo sigue atento a todo lo que ocurre en la lección. Precisamente por esa libertad, sus oídos están escuchando las canciones, las palabras y frases que se van proponiendo y su cerebro no deja de tomar buena nota. Por contra, un niño que esté siendo obligado a prestar atención, estará más concentrado en salir de su situación que en lo que dice el profesor. Tanto es así que muchos padres se sorprenden cuando es ese bebé que parece alejado quien primero responde a un cierto estímulo. Esto es así porque, aunque no lo parezca, está muy dentro de la clase.

Otra de las figuras de referencia en las que se basa el método que usamos es la italiana Maria Montessori, psicóloga que revolucionó la pedagogía a principios del siglo XX. Para ella también era fundamental dar libertad al niño, y a la vez dotar al espacio de objetos muy cuidados que llevaran su cuerpo y su inteligencia a desarrollar una cierta habilidad concreta. Siguiendo este ejemplo, la gran mayoría de los materiales que utilizamos en nuestras clases los elaboran directamente nuestros teachers o, si no es posible, los buscamos siguiendo unos criterios muy claros.

En primer lugar, los bebés deben ser capaces de usarlos sin ninguna barrera, es decir, deben ser adaptados a su edad y a la etapa de desarrollo en la que estén. En segundo lugar, deben exponer muy claramente la capacidad lingüística que se quiera desarrollar en ese momento concreto. Y, por último, y no menos importante, deben ser atractivos, de forma que se atraiga su atención y sientan ganas de manipularlos.

Estos dos factores, libertad de movimiento y objetos especialmente pensados y diseñados para lo que debemos enseñar, son dos de las claves de la metodología Helen Doron, y más en concreto para conseguir que el desarrollo cognitivo de los bebés sea lo más completo posible.